El último lector

En la novela del autor mejicano David Toscana, intitulado El último lector, un personaje de bibliotecario piensa que todas las respuestas están en los libros. Entonces, se puede utilizar la biblioteca como un refugio, así en la biblioteca de Punta Delgada, en el archipiélago de las Azores, “ultramoderna, despampanante vecina de una vieja iglesia barroca”. Las “nomenclaturas enigmáticas” no previenen la frecuentación asídua de la biblioteca, “lugar del placer gratuito, despejado de toda forma de orden terminante, exonerada de toda obligación, lugar del franqueo”.
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